
No habrá ninguno igual, seguro. No habrá ninguno como Luca Prodan, ese escapado de todos lados que un día se topó con un país dormido y lo hizo despertar a los gritos, en un español mezclado con mil acentos y un poco de ginebra. Y dos momentos: el último recital en Lomas de Zamora y la historia de la foto que lo empujó rumbo a la Argentina. Una vida breve, un final anunciado, un camino impredecible, un mito. Luca duele todavía, para muchos, pero su vigencia es indiscutible.
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